Para escuchar: http://m.youtube.com/watch?v=nRYtp5NENt0&desktop_uri=%2Fwatch%3Fv%3DnRYtp5NENt0
Nos despedimos a diario,
aunque confieso, no suelo saludar a la persona que me mira en el espejo cada mañana, no tengo el hábito de darle los buenos días. A veces incluso la miro sin apurar una sonrisa, debería decirle que tenemos que hablar...para dejar de ser yo una simple voz en off que resuena en su cabeza.
Pero la idea siempre se queda en eso:
un 'debería' que dejo para mañana.
Cada día, a las 7:48 me despido de la mujer que hace los mejores desayunos de la vía láctea. Los hace especialmente especiales cuando llueve y en la calle reina el frío. Nos despedimos como si de respirar se tratara; es un hábito, un rito, una norma no escrita...pero sí estricta.
Me despido para siempre de las piedras que me encuentro porque sé que nunca volveré a tropezarme con ellas del mismo modo, ni con la misma intensidad, ni con los mismos zapatos.
A veces tengo tiempo hasta de despedirme del aire que respiro, ese que en teoría me deja vivir...pero me oxida.
Pronuncio la palabra "adiós" con frecuencia, habitualmente al lado de una puerta, en estaciones, escaleras, coches, cruces de caminos, gasolineras perdidas en la nada, portales, pasos de peatones...
Se la regalo a quien conduce el taxi, a quien me abre las puertas y, cuando me lo permite el tiempo...a quien me las cierra en la cara; a quien llora y me pide que yo no lo haga, a quien ha peregrinado, a quien se baja del coche, a quien me besa la mejilla e incluso a quien solo finge hacerlo.
Adiós.
Adiós.
Adiós.
Adiós.
Adiós.
Adiós.
La he repetido tantas veces
que parece, ya ni duele.
No duele hasta que se la digo a alguien que conozco desde que tengo uso de razón.
O hasta que alguien que venía para quedarse, de pronto tiene prisa.
Hay muchas clases, estilos y razas de despedidas.
Tantas, que no merece la pena contarlas.
Por otra parte, hay abrazos que te quitan el aire de los pulmones.
Quiero creer que las palabras, por otro lado, tienen la facultad de darte el aliento que a veces se te esfuma.
Ese aire que te falta cuando lo necesitas es el mismo que agita las olas, acaricia el rostro de cuantxs desconocidxs viven en tu ciudad y mueve las ramas de los árboles.
Creo que deberías saber que esas flores de las que a veces te hablo, las que crecen entre el cemento, esas que te regalan esperanza y una sonrisa...
esas flores se te parecen,
pero no te hacen justicia.
A ellas no les fue concedido el privilegio de llorar, pero crecen cada vez que las nubes se ponen tristes.
Y es que, la mayor parte de las despedidas...cuantifican el amor, la nostalgia y la confusión que esos sentimientos provocan al coexistir en presencia de quien se va.
Sería injusto no poder despedirse, no poder decir en cinco minutos lo que no has dicho en toda una vida.
Pero más injusto sería
no tener alrededor a esas personas
que cuando llegan,
te hacen olvidar la cantidad de veces que dices 'adiós' como si las palabras fuesen gratuitas;
esas personas que dan sentido a lo que escribes, dibujas o sueñas.
Hoy es uno de esos días en los que te sacaría de casa para llevarte al bar de Linda, esa chica que no se peina como Marilyn, ya que antaño era mochilera. Esa a la que siempre que ves, dices:
-Linda, lo mismo de siempre.
Si, hablo de esa que cuando te ve preocupada, dice:
-Chicas, hoy invita la casa.
Gracias por ser una de esas razones para ir silbando por la calle, o para creer en la magia (que es más común de la Navidad que de finales septiembre) de que es posible ver los sonidos y saborear el olor de un libro.
Gracias por lo mágico de dejarme dormirme escuchando historias sobre malvadas brujas que atrapan mentes en la suya y personas que sufren amores inusuales.
Tu sonrisa guarda un montón de historias que merecen ser contadas.
Irradias vida
y ni todos los a(dioses) del mundo
serían capaces de impedirlo.
Para pintar: http://m.youtube.com/watch?v=J9XwFecNXyU&desktop_uri=%2Fwatch%3Fv%3DJ9XwFecNXyU